Vivimos en un mundo moderno en el que la tecnología está cada vez más presente en nuestras vidas cotidiana, y ahora es el turno de los libros.
¿Quién nos iba a decir hace unos años que los libros físicos serían sustituidos por un dispositivo electrónico que almacena cientos y cientos de libros?
Los ebooks, que es como se conoce a los libros digitales, vienen pisando fuerte, pero como siempre, ha originado defensores y destructores.
Estos libros digitales son ligeros y finos, y facilita el acceso a libros, ya que su tienda online nos ofrece un amplio catálgo de libros en todos los idiomas,que se pueden comprar de manera instantánea.
Estos libros se adaptan a las preferencias del lector, ya que se puede cambiar el tamaño de letra, el interlineado, la rotación...
Además, permite saber el significado de una palabra con tan solo seleccionarla en el texto gracias a los diccionarios que vienen integrados.
La tinta electrónica no daña la vista, pues actúa como si fuera papel, y la batería dura varias semanas, algo inconcebible para nosotros, acostumbrados a que la batería de nuestros smartphones no llegue ni a 24 horas.
No obstante, hay gente que parece resistir a los encantos del libro digital y aún se aferra a los libros tradicionales.
Es cierto que los usuarios de ebook no disfrutaremos del olor a libro nuevo ni podremos tener una dedicatoria en la primera página. Y los marcapáginas que la profesora de lengua Rocío Fernández nos entregó el año pasado (y que algunos tienen la colección completa en sus casas), no nos serán de mucha utilidad, pero este es el precio que debemos pagar.
Por mucho que defienda los libros digitales, espero que no sustituyan a los libros físicos, pues los que usamos habitualmente el libro electrónico, a veces preferimos pasar páginas de papel y no pulsar un botón. Sin embargo, expertos apuntan que en un futuro desaparecerá el formato físico debido al gran impacto medioambiental y a la poca rentabilidad.
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